miércoles, 16 de enero de 2013

LA INVENCIÓN DE LAS OREJERAS




Junto con la bufanda, el gorro, la boina y el chaquetón, es una de las prendas más importantes en los crudos días de invierno. Así que no esta demás que le demos las gracias a Chester Grenwood (1858-1937) por  la creación este simple adminículo para luchar contra frió y por haber sufrido durante años constantes ataques de otitis. Pues aunque esta última afirmación parezca cruel es el motivo principal para la invención de las orejeras.

Según parece Chester era un gran aficionado al patinaje, y los duros inviernos de su localidad natal, Farmington (Maine), le daban la oportunidad perfecta de practicar este entretenimiento en los helados lagos cercanos a su casa. Pero había un grave problema, y es que desde que era joven sufría otitis cada vez que patinaba. Por ello, cansado de padecer esa enfermedad, en el invierno de 1873 pensó en crear un objeto con el que el frió no entrara en sus orejas. Muchas veces los grandes inventos vienen de ideas simples, y Chester inmediatamente aplicó esta idea ya que cogió un trozo de alambre que había en casa, lo moldeó con la forma de su cabeza y puso en los extremos un par de retales de tela para protegerse las orejas. Así de sencillo.

Enseguida lo patentó con el rimbombante nombre de “Protectores Greenwood para orejas” llegándole enseguida el éxito y haciéndose rico de la noche a la mañana.