sábado, 23 de abril de 2016

EL VOLCÁN QUE CREÓ A FRANKENSTEIN



A mediados de 1815 un volcán llamado Tambora (Indonesia) erupcionó de manera tan violenta que provocó no solo un buen número de tsunamis por la zona de Bali y China, sino que también, debido a su fuerte explosión, arrojó a la atmosfera una nube gigantesca de cenizas y azufre ocasionando que ese año Europa y América tuvieran un año sin verano. Los cielos quedaron encapotados y la luz solar no podía traspasar el tupido velo de oscuridad que se cernía amenazador. Pasado un año, el 16 de Junio de 1816, debido a ese mal tiempo y al ambiente frio que se cernía sobre Europa un grupo de eminentes escritores, como Lord Byron, Percy B. Shelley, su amada Mary Shelley, y John Williams Polidori, se vieron obligados a permanecer tres días encerrados en una mansión llamada Villa Diodati, a orillas del Lago Lemán, a la espera de que escampara. Pero aunque estuvieran atrapados no hubo tiempo para el aburrimiento. Allí, arracimados frente a la chimenea pasaron unas veladas deliciosas hablando de historia, literatura, contando chismorreos, y leyendo historias de fantasmas. Animados por estas lecturas, y para pasar el rato, alguno de los presentes, seguramente Lord Byron, propuso un juego: que cada uno escribiera una historia de terror en un día, para luego juzgar cual era la mejor. Aquellos cielos negros, el silbido del viento en los ventanales y la lluvia que repiqueteaba en los alfeizares fueron el acicate perfecto para que aquella mágica noche salieran dos historias clásicas e imprescindibles de la literatura universal: Polidori escribió El Vampiro, obra con la que creyó ganar. Pero la joven Mary Shelley no solo pergeñó una gran novela sino que también dio vida a todo un icono del terror: Frankenstein o el Moderno Prometeo. Y todo gracias a un lejano volcán que no paraba de arrojar lava y rocas a cientos de kilómetros de distancia.